En 2024, con la mitad de la población mundial frente a las urnas y los avances en IA permitiendo la creación de “deepfakes” casi indistinguibles de grabaciones reales, existe una gran preocupación sobre el impacto que estos podrían tener en las elecciones y la democracia.
Los efectos negativos de la desinformación y la manipulación en redes sociales ya han sido evidentes desde el escándalo de Cambridge Analytica en 2016, y ahora, con la IA generativa, los riesgos se multiplican, amenazando con dañar aún más las instituciones democráticas en un contexto de creciente desconfianza y polarización.
El auge de las tecnologías de IA generativa plantea preocupaciones urgentes sobre la necesidad de salvaguardar la integridad de las elecciones inminentes y fortalecer la confianza pública en la resiliencia de las instituciones democráticas.
Sin embargo, la IA es solo un frente dentro de un conjunto más amplio de fuerzas que están poniendo a prueba los cimientos de la democracia en nuestro panorama tecnológico en rápida evolución.
Garantizar la salud a largo plazo de la democracia requerirá una campaña más integral y sostenida: un esfuerzo colaborativo y multifacético que una a los principales actores de todos los sectores, construyendo alianzas entre el gobierno, la industria tecnológica, la sociedad civil y los ciudadanos para abordar nuestros desafíos sociales más urgentes.
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