Alejandra Nuño
La participación de las organizaciones internacionales en la promoción y defensa de la democracia ha adquirido una creciente relevancia en los esfuerzos por garantizar la plena vigencia de la vida democrática, el respeto a los derechos humanos y la preservación de la paz.
La colaboración internacional en favor de la paz, la democracia y la igualdad empezó a tomar forma a mediados del siglo XX, en medio de los graves problemas que se vivían en Europa debido a la Segunda Guerra Mundial. Fue en la Conferencia de Teherán de 1943 cuando los países aliados, entre otros asuntos, decidieron iniciar el debate sobre la conformación de lo que sería la Organización de las Naciones Unidas.
Posteriormente, los acuerdos de Yalta y Postdam, de 1945, ratificaron la aspiración de contar con un sistema en el que la democracia y los derechos fundamentales fueran el eje para alcanzar la paz, la cooperación y el desarrollo internacionales. En 1948, la Declaración Universal de Derechos Humanos consagró el derecho de las personas a participar en el gobierno de su país y a acceder a las funciones públicas en condiciones de igualdad, y determinó que la voluntad del pueblo, como base de la autoridad del poder público, se exprese mediante elecciones auténticas, periódicas, con sufragio universal e igual, libre y secreto; asimismo, estableció que todas las personas están obligadas a respetar el estado de derecho en una sociedad democrática.
Por su parte, desde su formulación, también en 1948, la Carta de la Organización de los Estados Americanos estipuló que la democracia sea la forma de gobierno vigente en los Estados que la integran.
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